Fundación para la Cultura del Vino

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VARIEDADES RECUPERADAS DE LA EXTINCIÓN: EL PASADO SIRVE PARA ESCRIBIR EL FUTURO

Si en el mundo se cultivan 1.386 variedades de uva para elaborar vino, según la obra cumbre Wine Grapes, de Julia Harding, Jancis Robinson y  José Vouillamoz, en España son 177 las castas de uva aceptadas para vinificación, que colonizan de forma desigual las casi 950.000 hectáreas de viñedo de nuestro país, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

De estas, la inmensa superficie (más de un 80%) del territorio está colonizado por cinco variedades de uva y, si tenemos en cuenta las 10 más plantadas, el porcentaje llega a rozar el 100%. Solo la superficie que suman la blanca airén y la tinta tempranillo copa la mitad del viñedo de España… A ellas se suman otras como bobal, garnacha, monastrell, macabeo, verdejo, palomino, xarel.lo, Pedro Ximénez…

Vinificadas como mono varietales principalmente, estas castas son la base de algunos de los mejores vinos que se elaboran en España. Si se cultivan mayoritariamente es por algo… Pero entre tanta homogeneidad varietal surgen ejemplares de uva inéditas, individuos dispersos entre los viñedos muy viejos donde perviven ejemplares de variedades de uva casi extinguidas, diseminadas y perdidas entre otros individuos en la viña, en ocasiones con tan solo una decena de plantas… o menos. No solo no se conoce la uva, mucho menos su potencial enológico, lo que no impide que muchos viticultores hayan comenzado a mirar al pasado para escribir el futuro, localizando y caracterizando los mejores clones de variedades muy locales y minoritarias con características interesantes para vinificar y escribir un nuevo capítulo entre los vinos de calidad.

Hay comarcas como La Raya, a caballo entre Salamanca y Zamora y con el Duero como testigo, que son un oasis para estas castas recuperadas de la extinción: de aquí proceden las castas Bruñal, Mandón, Gajo Arroba, Tinto Jeromo, Bastardillo Chico, Puesta en Cruz, Verdejo Colorado… Variedades que tienen un enorme potencial, independientemente de que sea formando parte de ensamblajes como en vinificaciones mono varietales, con la ventaja competitiva de que su origen es exclusivo en todo el mundo.

Este plantel de nuevas variedades perfila un escenario casi mágico para el futuro del vino en España, enriqueciendo el panorama actual repleto de nuevas plantaciones con menor variabilidad genética. Pero no solo eso: la mayoría de las variedades minoritarias tienen una gran ventaja en cuanto a su adaptación e idoneidad por, entre otros, los siguientes aspectos:

  • Adaptación perfecta al medio en el que se cultivan
  • Rusticidad. Resistencia a enfermedades y condiciones climáticas extremas
  • Ciclos vegetativos largos
  • Niveles de acidez total altos, conservan pH y sensaciones de frescura
  • Adaptación al cambio climático
  • Variedades con entidad propia para elaborar grandes vinos diferenciados

Con todo, su recuperación no solo aporta vinos con un interés enológico evidente. Resulta crucial también evitar el riesgo de extinción y con ella la pérdida de variabilidad genética de estas castas. Si el germen de la recuperación de estas variedades fue preservar e identificar el material genético y vegetal, para estudiarlo agronómicamente, ahora se está evaluando a través de la micro vinificación y dando pasos para su comercialización futura, aportando tipicidad a las zonas. Y minimizando el impacto de la erosión genética, que evidencia actualmente la disminución progresiva de la diversidad genética de las vides.

Fuente: ITACYL

 

 

 

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