Fundación para la Cultura del Vino

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Por Lola Núñez Pinto

Las nuevas tendencias de turismo, junto al desarrollo de una viticultura y enología de calidad han hecho que se haya desarrollado el turismo enológico. Este, se encuentra dentro del turismo cultural y como tal, pone en valor el paisaje, la historia, el arte, las tradiciones, el vino y su territorio.

Se hace enoturismo para compartir y para experimentar sensaciones. La valoración del patrimonio vitivinícola nos ayuda a desarrollar un proyecto donde se busca valorar un territorio y el vino de la región.

El viaje en si es una experiencia y el enoturismo es parte del viaje. Al visitante hay que hacerle sentirse único, ofrecerle vivir el vino y participar de su cultura. El, se ha creado unas expectativas que hay que satisfacer, por lo tanto, hay que conocer las características del grupo que nos visita, para ofrecerle autenticidad, diversión, innovación y calidad.

Desarrollo del enoturismo

Varios son los factores que han llevado al enoturismo a su situación actual de desarrollo:

  • Cambio de interés por las vacaciones o por el complemento vacacional. Se produce un acercamiento de la gente externa al sector del vino para conocerlo
  • Hay saturación de los modelos del turismo clásico. Se producen cambios en la forma de consumo de tiempo de ocio y aparecen nuevos turistas con otros intereses.
  • Interés por desarrollar modelos de turismos alternativos. Y estos, se han basado, en la puesta en valor de los elementos identitarios de las poblaciones locales
  • Ampliación de la noción del patrimonio cultural y la valoración del patrimonio vitivinícola de las zonas productoras
  • El desarrollo de una viticultura de calidad
  • Un mayor conocimiento del enoturismo de otros países
  • El enoturismo es una estrategia de la zona. Es una oportunidad de desarrollo socio-económico.

El enoturismo

Es la oferta para disfrutar, conocer, aprender y valorar, todo lo que hay detrás de una copa de vino: el viñedo, la elaboración, los edificios, las tradiciones, las personas y todo ello sumado a otro patrimonio más cercano.

Se va a conocer, a disfrutar, a aprender de vino y de patrimonio. Se conoce el proceso histórico y los diferentes puntos de vista.

Hay tener muy presente el territorio y las personas y vincular todo ello con el patrimonio. Para concebirlo hay que integrar bajo un mismo concepto temático, los recursos y servicios turísticos de interés, existentes y potenciales de una zona vitivinícola.

Y para realizarlo, según la Carta Europea del Enoturismo, hay que desarrollar actividades turísticas y de ocio, dedicadas al descubrimiento, disfrute cultural y enológico de la viña, el vino y su territorio.

El turismo enológico es parte integrante del turismo cultural, nos acerca a la historia y a las tradiciones de los pueblos, nos ayuda a conocer los paisajes, las comarcas, las regiones y los países elaboradores de vinos.

Se trata de una estrategia para desarrollar el área geográfica y el mercado del vino de dicha zona. Y a esto se suma una oportunidad de promoción de las bodegas para vender sus productos directamente a los consumidores. Además de conocer in situ la opinión de estos.

¡Se hace enoturismo para compartir y para experimentar! ¡La cultura identifica a las personas!

El vino es una promesa. No significa nada hasta que lo bebemos y lo mismo ocurre con los servicios que nos ofrecen: no se pueden valorar hasta que los utilizamos.

Tanto el turismo, como el vino, tienen que compartir: territorio, personas, calidad y sensaciones.

Los visitantes buscan vivencias nuevas y singulares. Buscan aprender sobre el mundo del vino, esperan oferta de actividades relacionadas con los trabajos del campo, de la elaboración, de la cata…. Quieren comprar y tener unas condiciones económicas especiales.

Buscan añadir valor a la visita, añadir valor a un territorio.

En cada botella de vino hay cultura y hay identidad, hay un paisaje, hay un territorio. Esta debe reflejar las diferencias de la región vitivinícola.

Al plantear este turismo enológico tenemos que tener muy presente el entorno, el territorio y la relación que se va a producir entre la población local y los visitantes.

El turista va a “invadir” el espacio de la población local y esto tendrá unas consecuencias. Por ello, tiene que haber unos intereses compartidos y que haya un interés común y complementario. Si esto se consigue, el mejor prescriptor será la población local. Hay que tener la premisa de que “todos ganan”.

Habrá una correlación entre los productores, los agentes turísticos y la población. A esto se sumaran los recursos naturales y culturales que disfrutaran los visitantes. Estos serán nuestros mensajeros, si la visita es un éxito.

El viaje en sí es una experiencia y la visita a la bodega debe contribuir a que sea muy placentero. Para ello, los turistas deben encontrar buenas señalizaciones, horarios que faciliten el desarrollo de la actividad, profesionales en bodegas adecuados al grupo que recibimos, museos abiertos, información en oficinas de turismo, servicios, alojamientos, restaurantes con oferta gastronómica…

Bodegas como ejemplo: Robert Mondavi (USA) más de 300.000 visitantes/año y GonzálezByass, más de 200.000 visitantes/año.

Si planteamos una ruta del vino, hay que hacerlo pensando en que los turistas vivan esta ruta. No se tratará de un itinerario. Se trata de integrar los recursos y los servicios turísticos existentes y aquellos potenciales de una zona vitivinícola.

Hay que conseguir comercializar toda la zona conjunta e impulsar el desarrollo de la misma. Esta ruta tiene que tener su propia identidad y diferenciarse de otras rutas. Y se posicionará como destino turístico específico.

Se creará una imagen del territorio asociado al vino de esa región.

El enoturismo ofrece

  • Oportunidades: en el territorio, en la población local, en los productores y a los visitantes
  • Atracción de inversiones. Y ampliación de las rentas en las poblaciones que reciben este turismo
  • Aumento de puestos de trabajo. Esto hará que la población se fije en el medio rural
  • Diversificación de actividad económica y aumento de los signos de identidad cultural
  • Valor a nuestro territorio. Cuando nuestro territorio tiene valor, nos sentimos orgullosos. Las personas son el elemento de mayor valor que hay en el territorio

Para las bodegas, el enoturismo es una diversificación de la actividad económica que aportará ingresos. Se valorarán más sus productos. Habrá una relación directa con el cliente, esto nos servirá para conocer posibles estrategias de comunicación y comercialización. También se pueden ver la posibilidad de nuevos segmentos de mercado.

Para la bodega, el mayor valor es la comunicación con su público; hay que sacarle provecho a este contacto directo. Esto nos ayudará a la producción de otros productos enogastronómicos.

Consideraciones del enoturismo para las bodegas productoras

Para atender nuestras visitas debemos tener en cuenta el tipo de grupo, pueden ser aficionados, profesionales… la lengua, la edad, el nivel cultural, el origen, las condiciones del lugar donde se desarrolla la actividad.

Al visitante que llega a nuestra bodega hay que hacerle sentirse único. Darle una información adecuada y precisa.

Dejar que se exprese y respetar su privacidad.

Nuestro guión para la visita debe unir las técnicas elegidas para facilitar el conocimiento de los recursos tangibles y otros conceptos intangibles.

Las visitas con niños pueden ser muy interesantes, pero hay que prepararla muy bien con antelación. Si se trata de un colegio hay que dar material al profesorado para trabajar antes y después de la visita.

Las ventajas que encontrará el productor:
  • Mayor conocimiento de su marca
  • Mayores márgenes en venta
  • Aumento de ventas
  • Marketing directo de los productores, conociendo de inmediato la opinión sobre su producto
  • Experiencia de los visitantes conociendo la cultura del vino y esto hace que el consumo sea mayor.
Inconvenientes:
  • Mayor inversión
  • Creación y preparación de las actividades enoturísticas
  • Formación del personal para desarrollar estas actividades
  • Hacer viable las visitas con los trabajos en la bodega.
Debemos ofrecer

Una experiencia inolvidable. Informar sobre los procesos del vino, pero ofrecer diversión.

Para conseguirlo debemos tener un servicio profesional con personal capacitado. Esto hará que nos diferenciemos. Tenemos que ser autóctonos pero originales.

Hacer que se viva el vino y se participe de su cultura y de su patrimonio. Que se conozca este con rigor y creatividad.

Para conseguirlo nos apoyaremos en la calidad de los vinos, en las bodegas, los equipamientos, la hospitalidad, los recursos naturales y culturales, los servicios turísticos y la gastronomía.

Tenemos que conseguir que sea una EXPERIENCIA de calidad y que esté integrada con el mayor número y los mejores recursos de la zona. El enoturismo es parte de un viaje.

Debemos ofrecer vivir el vino y hacer que participen de su cultura.

Las claves del éxito serán: autenticidad, calidad e innovación.

“La interpretación del patrimonio es el ‘arte’ de revelar in situ el significado del legado natural y cultural al público que visita esos lugares en su tiempo libre”.

(Asociación para la Interpretación del Patrimonio)

Basado en Curso Guía de Enoturismo. Gescult 2011

Lola Núñez Pinto es formadora especializada en vinos, brandies y aceites.

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