febrero 16, 2022• porFCV-CMS
Por Alberto Coronado
Muchas han sido las ocasiones que he tenido para estar presente en las asombrosas catas de El Sabor de los Grandes. Cuando comencé hace ya 25 años en el mundo del vino, marcas míticas como Chateau D’Yquem, Vega Sicilia, Petrus, Latour o Sassicaia, sonaban entonces en mi todavía primeriza memoria vínica como inalcanzables.
Nunca pensé que podría catar vinos tan grandes y con precios que mi economía no podía permitirse, ni de lejos. Pero tuve la fortuna de comenzar una relación profesional a través de mi empresa Magic Circus con la Fundación para la Cultura del Vino, diseñando sus dossieres, las invitaciones para sus supercatas, la revista Terruños -de la que me enorgullezco haber bautizado con su conocido nombre-, o sus Encuentros Técnicos.
De todo esto ya han pasado más de dos décadas y aún me cuesta creer que siga estando presente, convocatoria tras convocatoria en el Casino de Madrid para enfrentarme a estos vinos mágicos y legendarios con los que tantas y tantas veces había soñado con degustar En esta ocasión iba a catar los dos grandes vinos italianos, los míticos “supertoscanos”, Tenuta San Guido (Sassicaia) y Marchesi Antinori (Solaia) y de la mano se sus dos propietarias (y parientes) y de Juancho Asenjo ejerciendo de maestro de ceremonias, con una presentación concienzuda y amplia de los vinos, de su historia, de su nacimiento y evolución.
Breve historia del tiempo, “sassicaia” Todo comenzó con un personaje al que la historia le tiene reservado un lugar de honor en el nacimiento de los “Supertoscanos” y es Niccolò Incisa della Rochetta, que creó el primer vino toscano.
Mario Incisa, después de la Segunda Guerra Mundial, plantó su primera viña en 1944, intentando elaborar algo parecido a un vino de Burdeos para su propio consumo. Al vino lo llamó “Sassicaia” (zona con muchas piedras en referencia al terreno vecino a Castagneto Carducci). El Marqués Incisa se había puesto en contacto con el profesor bordelés Emile Peynaud que le recomendó comprar algunas cepas de cabernet sauvignon a Château Lafite-Rotchshild y los terrenos donde debía plantarlas. El marqués estaba convencido de que en los terrenos que poseía la familia en Bolgheri, cerca de Livorno podían crecer de forma notable las variedades de origen francés. El primer experimento fue un fracaso. Poco tiempo después el Marqués Piero de Antinori, sobrino de Mario Incisa, le ayudó a crear el primer gran Supertoscano. Los dos fueron los autores intelectuales de este vino.
Se replantaron las viñas en distintas parcelas de la finca y contaron con el joven enólogo de los Antinori, Giacomo Tachis. Cuando salieron al mercado, en 1972 (de la añada 68), las pocas botellas del primer Sassicaia, la prensa y el mercado se quedaron perplejos. Se había creado una gran expectación, pero su aparición supuso un vuelco en el concepto del vino en Italia y el nacimiento de los supertoscanos.
Todos estos vinos surgieron como respuesta al anquilosamiento que padecía el Chianti Classico en las últimas décadas: maderas casi putrefactas, obligación a unos ensamblajes absurdos, exigencia de utilizar bastante uva blanca por los excedentes, rendimientos desproporcionados, prohibición de utilizar barricas ya que sólo se aceptaban los grandes toneles (botti) de roble de Eslavonia, no se podían elaborar vinos monovarietales de sangiovese y “la cultura del vino apostaba por la cantidad y no por la calidad” como decía Piero Antinori. Antinori, “Solaia” y la elegancia La familia Antinori produce vino desde hace más de 600 años. Cuando nació Solaia en 1978, las uvas procedían de una parcela en el interior del viñedo Tignanello. A partir de 1997 se añadió otra vecina con las mismas características del viñedo original al cual se integró: altitud, terruño y exposición al sol, de donde deriva el nombre. Actualmente se compone de 20 hectáreas plantadas con las variedades: cabernet sauvignon (15 hectáreas), cabernet franc (1 hectárea) y sangiovese (4 hectáreas). El objetivo estilístico de Solaia ha estado siempre ligado a ser al mismo tiempo elegante, y en cierta medida austero.
Es un vino destinado al largo envejecimiento evolucionando en el tiempo. Un vino con taninos robustos une los recuerdos a frutas del bosque y especias con una vibrante acidez que equilibra la dulzura del fruto maduro. Un vino que muestra las cualidades y características únicas en las cuales nace, como es el Chianti Classico
Last modified: agosto 5, 2022