Fundación para la Cultura del Vino

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  • Durante el XVI Encuentro Técnico organizado por la Fundación para la Cultura del Vino, celebrado ayer en Madrid, los diferentes ponentes han explicado que un viñedo viejo no es un buen viñedo por sí solo, dado que el envejecimiento no es simplemente un proceso de paso del tiempo, sino que depende también de cómo se plantó, cómo se produce y en qué condiciones ha evolucionado.
  • Como explicó el profesor y consultor australiano Dylan Grigg, “la edad [del viñedo] puede ser un indicador de la calidad de los vinos, no una garantía”.
  • Durante la jornada, se ha debatido sobre cuestiones como qué edad debe tener el viñedo para ser considerado viejo, cuáles son las condiciones para que un viñedo viejo permita la elaboración de grandes vinos o si la edad por sí sola permite estimar la calidad del vino.

La Fundación para la Cultura del Vino ha celebrado su XVI Encuentro Técnico, en el que se han intercambiado opiniones y experiencias sobre si el viñedo viejo es un buen viñedo por sí solo y si la calidad de los vinos es mejor únicamente por provenir de los de más edad. Con el título “Viñedo Viejo, ¿mito o realidad?”, 15 expertos han puesto de manifiesto que el viñedo viejo es un patrimonio que hay que cuidar más allá de su productividad o de la calidad de sus vinos.

La presentación del Encuentro corrió a cargo del presidente de la Fundación para la Cultura del Vino, Antón Fonseca, quien destacó la importancia de aportar datos a los profesionales de este sector en jornadas como el XVI Encuentro Técnico que se ha celebrado en Madrid.

El turno de ponencias fue abierto por José Ramón Lissarrague (Universidad Politécnica de Madrid), quien señaló que “el viñedo joven podría alcanzar características del viejo; es difícil pero no imposible, porque el envejecimiento no es simplemente un proceso de paso del tiempo, sino de cómo se produzca y en qué condiciones”. Apuntaba, además, que hay productores que utilizan el término viñedo viejo como garantía de “calidad” y esto no es siempre así.

Tras él, la jornada continuó con la aportación de Dylan Grigg (PhD en Viticultura y consultor de Adelaida) quien argumentó que “es crucial gestionar los viñedos con máximo cuidado si queremos conseguir que los más antiguos alcancen el equilibrio para lograr una alta calidad y una producción continuada”. Tras la pregunta inicial de si “un viñedo viejo es bueno por ser viejo o es viejo por ser bueno”, el profesor Grigg dio un amplio repaso a los distintos factores que ayudan a que los viñedos envejezcan correctamente y se conviertan en factor importante para la elaboración de vinos de calidad.

Pau Roca (secretario General OIV), por su parte, fue más allá y abrió el debate sobre qué edad debe de tener el viñedo para ser considerado como viejo; un punto sobre la que se está debatiendo en la Organización mundial de la Viña y del Vino (OIV) entre los estados miembro y sobre la que no existe aún un acuerdo. Precisamente sobre este aspecto, Pedro Ballesteros (Master of Wine) comentó que la consideración de 35 años como posible barrera para considerar viejo a un viñedo es, por el momento, una convención aceptada por algunas asociaciones privadas de algunos países, pero sobre la que no existe un consenso internacional. Ballesteros insistió en la idea del conservacionismo más allá de la calidad que pueda ofrecer una viña vieja: “Si no quemamos un Picasso, ¿por qué arrancamos la viña vieja?”, comentaba. “Hay que dar valor a lo que significa en sí misma, más allá de otras cuestiones, y considerarla como patrimonio que hay que cuidar y que asienta población en la España vaciada”.

Por su parte, Julián Palacios (Viticultura Viva) comenzó su ponencia con la frase de Charles Darwin “no sobreviven quienes son más fuertes, sino aquellos que están mejor adaptados a los cambios”, para continuar proponiendo que “es un buen momento para plantar viña vieja con vocación de longevidad y comunicarlo, porque lo que no se comunica no se conoce y, si no lo hacemos, no será posible generar la rentabilidad necesaria que asegure el futuro de estas viñas viejas”.

Desde el punto de vista de la restauración, Alberto Redrado, director de sala y sumiller del Restaurante alicantino L’ Escaleta, habló de que “estimar la calidad del vino solo teniendo en cuenta su edad es un gran error, hay demasiadas variables a tener en cuenta”. Insistió en que aquello que es realmente singular pierde su valor al convertirse la alusión a viñedo viejo en un término demasiado manido y, por ello, corre el riesgo de depreciarse desde la perspectiva del consumidor. “Un viñedo viejo por definición no es mejor que otro joven bajo las mismas condiciones”.

Finalmente, José Hidalgo (Ampeloenos) apuntó ideas como que la calidad que puede aportar un viñedo viejo está muy influida por el entorno o medio de cultivo, donde los factores permanentes resultan claves para el buen desarrollo del viñedo viejo, especialmente el suelo en el que se asientan.

La jornada se completó con una mesa redonda integrada por Roberto Frías (La Rioja Alta, S.A.), Luis Hurtado de Amézaga, (Marqués de Riscal), Isaac Muga, (Muga), Javier Blasco (Alma Carraovejas), Emilio Rodríguez, (Terras Gauda) y Patricia Recio (Tempos Vega Sicilia). Con una dilatada trayectoria profesional en bodegas y dedicando una especial atención a los viñedos de los que proceden sus vinos, todos ellos hicieron una gran puesta en común sobre sus distintas experiencias dentro de estas bodegas que sirvió para poner un broche de oro a este XVI Encuentro Técnico.

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